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sábado, 16 de noviembre de 2013

HMQ´


Estoy olvidándome de…
¿qué es esto?
¿un mantra hipnótico retorcido?
¿Lucifer convirtiéndose en demonio?

No puedo hospedarme aquí
sin sentir que voy a perderlo todo
que me estoy convirtiendo 
en humano con sangre de cordero

El pecho me vuelve a retumbar
y siento la oración incluso en la cien
en el diente
en las etiquetas de la ropa

Intento que alguien me explique
este conjunto de sensaciones
y, entonces, ahí comienzan
los conflictos

Esto es más fuerte
esto es un niño buscando su mano
viendo que no tiene ojos
asustado

El agua está tensa
retando al espejo
la mandíbula no cede
sube el mar de grillos

Imagino
a los peregrinos rusos
gritando “¡alerta!
¡aquí hay una serpiente!"

Imagino a Hegel
dándome besos sucios
en el cuello 
rojo de tanta picazón

Imagino a mi madre
cubriéndome con una manta
esperando 
a que se me ocurra un juego

El agua está tensa
es una invitación -peligrosa-
Heme aquí, me dice
en el centro de la escucha

Heme aquí al lado de... 
Heme aquí
poniéndome reglas
como hablar solo cuando sea necesario

martes, 29 de octubre de 2013

Amigo: Hoy es lunes


Amigo:
Todos gritan
al mismo tiempo
          ¡conóceme! ¡conóceme! ¡conócemeeeeee!
aplastándose
corriendo

                  imparables
                  inagotables
                  inalcanzables
                  tontos

Amigo:
No me sirven
ni les sirvo
pero su música me lleva
se mete por los barrotes
al cuarto helado
   nos cobija
         nos mantiene a salvo

-¡Que no todos están muertos!- 
me grita alguien a lo lejos
Amigo:
¿esa es tu voz?

Es tiempo de decir algo
           un murmullo
           un himno
           un rezo
algo que se sienta como un poema
en los huesos

                Amigo:
Los cimientos de mis ojos
están perdidos
  
Es lunes
y escribo con las garras

Sin despegar de mi mano
la taza de café
sin acercar al suelo
los pies fríos
Hoy es lunes
y todo brinca en el cuerpo

Amigo:
Les pido
          díganme un poema
          ayúdenme a entender
          sus lamentos imparables
Y nada

Amigo:
Ahora es muy tarde
y escribo con las uñas recortadas

lunes, 16 de septiembre de 2013

Mulata

Mientras yo entraba a la ciudad. La noche calló en ella, como debe ser, ¡al fin como debe ser!, -por lo menos ante mis ojos miopes-. Cayó como un gran rayo oscuro y escuché el silencio rugir.
Rugir de incertidumbre. Rugir de curiosidad.
Las barras luminosas no eran luminosas, solo bloques de cemento negro. Las luces de los carros eran demasiado tenues, como luciérnagas rojas luchando por ver a su pareja en la tempestad. 
Calló la noche azul marino, marino nocturno, como buen azul marino. Volteé a ver a mi acompañante. No hay luz, le dije, esperando una respuesta que probara mi cordura. Es verdad, no hay luz, dijo acercándose unos centímetros a mi ventana para merodear la profundidad de la calle. Suspiré sin que nadie más lo notara.
Edificios, tiendas, casas, a penas se veían unos cuantos focos prendidos en cuartos olvidados, como si alguien les hubiera puesto un velo encima y decidido salir a pasear. 
Habrá pasado algo, me dijo mi acompañante, un poco como pregunta, un poco como afirmación, pero más que nada como una mezcla maciza entre ambas. 
¿Qué?, pregunté con mi voz de niña emocionada que solo aparece cuando está temblando o cuando brinco alto con una amiga nueva o cuando me regalan sombreros. 
Luego luego los adultos intentando dar explicaciones que, de tan racionales, caen en lo estúpido  o en lo aburrido. Seguramente se trata de un apagón en esta zona/Probablemente la gente esté descansando porque se acaba el puente. Pero ¿y si fue una conspiración china para que la gente comprara más lamparillas desechables? 
Toda suposición la descarté al fundirme con el vidrio para organizar aquella nueva oscuridad.
Las calles vacías parecían ríos de plata negra chillándole a la luna; los árboles eran costillas de madera danzante; los perros y las pocas personas no eran más que su sombra; y nosotros éramos la linterna segura iluminando el camino arbitrariamente.  
Reí como loca llenando de vaho la ventana pegada a mi cara, pensando en las maravillas y atrocidades que podrían suceder en los próximos días si la nueva oscuridad no nos soltara. 
¿Con quién me gustaría pasar las siguientes noches mulatas? 
La pura y brillante emoción de la incertidumbre maestra y yo con tantas preguntas por hacer y responderme explorando, escarbando en la neblina gris.
 Así por varios minutos, disfrutando hasta la última gota dulce de excitación.  
Debíamos bajar del autobús y al tiempo que lo hacíamos todo se fue aclarando. Como un gancho en el estómago y un gran "ouch" la luz de la ciudad me golpeó y me dejó absolutamente mareada.
Sigo sin saber qué sucedió, prefiero morir a quedarme con la idea de que solo fue culpa del cristal ahumado.


domingo, 31 de marzo de 2013

Te apunto


Te apunto
todo el tiempo
sin saber qué esperar
con mi dedo hinchado en sangre
rodeado de humo

Te apunto
y miro el cielo
sin saber qué soñar
con mi ojos cubiertos de hongos
con mis ojos y una cobija fría

Te apunto
como si estuvieras muy cerca
y tejo con la otra mano
letras que parecen llenas
pero están a la mitad

Te apunto
y repito que te apunto
y nombro tu nombre
y nombro que te apunto

Te apunto
con la mano floja
y descubro una hormiga
paseándose burlona
y la intento soplar

Es una de esas
que no se desprenden con el aire
y la dejo ahí
para no dejar de apuntar

martes, 26 de marzo de 2013

La intervención de una primavera helada y jacarandas cuyo color combina con los moretones en mi cuello y en mi vientre.


La intervención de una primavera helada y  jacarandas cuyo color combina con los moretones en mi cuello y en mi vientre.

Te fuiste un tiempo y cuando regresaste, ¿recuerdas qué te dije? Yo no, no lo recuerdo porque la memoria se congeló conmigo en aquel refrigerador floreado en ese momento; sin embargo, tengo la clara sensación de haberte arrojado algo, un cassete, un aguacate o una roca. Recuerdo haberlo disfrutado. Por eso o por cualquier otra señal que sentiste que recibiste del universo, te diste cuenta de que necesitaba que me sostuvieran las manos y los pies, porque no era solo un berrinche, era un oscuro ataque de epilepsia.

Lo hiciste y me susurraste alguna magia negra al oído que logró que me transformara en un animal de corazón puro.
Me preparaste un té de hierbas y raíces que tomé con cuidado porque desconfiaba, no de ti, sino de todo, de lo poco que se de todo y a veces pienso que es mucho.
Permití recuperarme y la epilepsia disminuyó o se hizo menos oscura, dejó de ser un cuervo y se convirtió en una gaviota ligera parada en mi cabeza.


Te ha tocado, has vivido la ternura de mis manos más de tres veces y habíamos echo un trato, tu y yo, ¿recuerdas ese trato?  Porque yo sí. Lo hablamos después del té mientras llovían manguitos con chile y te recargaste a mi lado. No repetiré jamás las mismas canciones, tendrás que buscar en otro lado si es que te olvidaste también de eso…

Era nuestro lo que resbala ahora por las tuberías de la ciudad, era nuestro el tiempo atornillado a la cama y la selva de besos, esa selva era nuestra y ahora resbala por las tuberías de la ciudad.

¿Lo perdimos? ¿Cómo resbaló? O ¿nos lo quitaron esos zopilotes-fantasma que creemos que viajan siempre cerca o que viajan siempre cerca?

Te fuiste otra vez, como si te asustara oler feo, como si te asustara la humedad..
Y este hueco, estos huecos, que se llenan con caramelos amarillos y descansos prolongados, este  que dejamos penetrar en nuestros ojos, con las lunas semi-llenas y las palmeras achaparradas a un lado, este hueco que navega más en la noche que en el día y no hace nada más que volver a mi impaciencia más aguda, este hueco se está atragantando con nuestros cuerpos y se regocija sin cuidado como un arroyo que llega al mar.

La primavera helada ha llegado con árboles silenciosos y las sombras de las cruces de las tumbas de los muertos. La primavera helada y los prejuicios ordenados en capas de cebolla. Cuatro gatitos que maullaron tres veces y después murieron devorados por su madre y el viento que corre por aquí  que no alcanza a empujarnos a los dos hacia el mismo remolino de aire.

Los zopilotes-fantasma que se atraviesan y nublan todo lo que antes parecía un jardín, esos zopilotes -que también somos tú y yo- apasionados esclavos de la carroña, mantienen  la cabeza en alto con las garras sobre ramitas que cuelgan frágilmente.

¿Y si le prendemos fuego a nuestra mala suerte? ¿Y si logramos saltar las trampas y las tinieblas? Me revuelco de dolor y de risa, de risa porque te espero y parece que el hueco te traga o que el viento te sopla arbitrariamente hacia el Norte, y de dolor... también por eso. 

Recibí una carta anoche, en blanco pero con una hormiga herida al fondo del sobre. Sé que la mandaste tú, sé que sí, no dice en el sobre, pero sé que sí aunque no sé qué significa. Tal vez solo para medir mi nivel de ceguera o como experimento para probar lo frágil que es la distancia, tal vez a la hormiga la mandaste sana y llegó con las antenas aplastadas por el traqueteo del viaje, tal vez la hormiga se rompió sola la cabeza para ponerle a la hoja unos puntitos rojos que la hicieran más interesante, tal vez volvió la epilepsia y arrugué el sobre en un ataque, el punto es que la hormiga murió y se ha convertido en un problema porque los zopilotes primaverales hambrientos ya comen cualquier cosa y están aquí.