Me como a la soledad como un bocadillo dulce
pero no se cómo describirla bien.
Las palabras salen amarillentas, cortadas, pocas;
pero las disfruto porque no me hacen daño
ni pesan, ni tienen tanta azucar.
Añoro fantasmas, pero ninguno en especial,
tal vez en otra ciudad, tal vez en otro momento.
Sigo haciendo comida para dos, pero no como el doble,
lo que sobra lo regalo a los caballos que pastan en el muelle de la ira,
el muelle que no está en esta casa, porque en este momento aquí no existe
ese pecado rojo, existe paz.
Las chispas brotan en cada esquina,
he vuelto a pintar,
he vuelto a meditar,
he vuelto a no temer estar conmigo
y a hablar solo con quien quiero.
Tengo las llaves de todas las puertas
pero no las abro mas que
para explorar los bosques de concreto.
Sola sola sola,
sola y tan rodeada.
Me quedo porque quiero, soy sola porque quiero,
pero al final del cielo sin nubes de mi mente, pasas, como un pingüino volador, tú.
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