Me cuesta aceptar que no he dejado de vivir en la selva y que nunca fui un ser ágil. Deseché las diferencias y me tragué las similitudes. En la casa hay un gato que se sube a la escalera. ¿Cuál escalera? No hay ninguna escalera y tampoco hay un gato. Me desayuno sola, aquí y allá. Es lo mismo. Me desayuno sola. Ninguna ciudad actual me parece lo suficientemente apestosa.
Me salen pelos largos en el cuello, como de bigote de morsa. ¿me salen a mi? No, le salen a alguien más. Pero es lo mismo. No hay diferencia entre cuerpos. Mi cuerpo se lo regalo, mi cuerpo es suyo, todo es suyo.
Solo hablo de lo que sé. ¿para qué intentar hablar de algo más?
Hablo de mis dudas, del dolor en mi espalda baja, de mis pensamientos bruscos, de mis mentiras, de lo triste que me siento a veces por las mañanas. No hable usted de lo que no tiene. No hable menos de lo que no tengo. Sé que es lo que tengo. Tengo todo.
En mí es de día nublado y prometedor. Me rasco y abro las persianas. Casi no entra luz. Me refiero a aquí, más adentro, por el pecho. Huele a selva, selva salvaje cuando llueve. ¿Traje semillas para sembrar? Traje algunas, pero la tierra no está lista todavía. Tonterías.
Me enseñaron que a pesar de que la tierra no parezca fértil hay que dejar semillas por todos lados. Las semillas se dejan sin preguntarle a nadie.
Voy y vengo. Hubiera preferido un gato negro y a ratos nada.
No tiene que llorar ni que hacerse el dormido. Coloque su cabeza aquí, en mi falda y cuénteme qué pasa. Tengo tiempo ahora para usted.
Nadie me oye. Nadie me ve humillada, pero lo digo en voz alta. Digo "he sido humillada y nadie me oye pero lo digo en voz alta". Me creen repetitiva y loca. ¿Quién? Si no hay alguien aquí.
Me consuelo y me pinto. Me arreglo bonita y sonrío para mí. No importa, no importa estar tan sola si te tengo a ti.
Lo invito a permanecer a mi lado. Lo invito a la incertidumbre, a la lejanía. Lo invito a cuidar mi flanco derecho y divertirnos sin cuchillos en la mano. Soñé que decía que sí. Es decir, soñé que felizmente aceptaba tanta invitación. Es como hacer la lluvia y los ríos. Es como un respirar.
Llena de palmeras en el pecho, me siento.
En un banco de arena, me siento.
¿Espera tanto de mi? No lo haga. Porque nada pretendo. Hombre-lagarto, escuche bien. Nada pretendo más que desvestir mis entrañas y poder crecer.
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