No entiendo la descomposición de mis cama y el acomodo de mi colchón, pero mientras trato de acomodar todo, pienso en él.
Extraño su bigote de pistolero y que me platique de sus ridículas aventuras con otras mujeres. Es una contradicción en carne y hueso, pero él no se contradice, él tiene claro su terror por el amor y sus guitarras favoritas, esconde su cariño por su perro, pero lo tiene claro. Sabe lo que falta, sabe lo que pasa...sí sabe, o tal vez quiero pensar que sabe.
Mi edredón es naranja.
Me cobijo bajo él. -No bajo el edredón,-
bajo sus huesos donde se juntan nuestras articulaciones muy de vez en cuando y rechinan de miedo porque lo que pasa entre nuestras pieles juntas no tiene una clara explicación.
Se queda varias veces quieto, como esperando a ser levantado por un ovni, pero cuando se mueve es ágil y huele bien y no teme a todo, solo a lo que tiene explicación.
Entiendo. Mi cama es un desastre porque así me gusta, como me gusta él, que también es un desastre.
Necesito tenderla, ya llevo días así, con las sábanas hechas nudos y las almohadas en los pies. Tal vez haya uno que otro animal por entre las cobijas. Seguro no es el animal que quiero.
El desastre soy yo.
miércoles, 28 de septiembre de 2011
lunes, 19 de septiembre de 2011
Garras
Piel muerta,
piel dejada,
asoleada
moretada
manoseada.
Patrullas rojas,
luces y viento,
el frío invade el piso
el piso invade el pie.
Las ansias,
el agua,
las garras.
La multitud.
piel dejada,
asoleada
moretada
manoseada.
Patrullas rojas,
luces y viento,
el frío invade el piso
el piso invade el pie.
Las ansias,
el agua,
las garras.
La multitud.
lunes, 12 de septiembre de 2011
Enamorada de un mosquito.
Estoy enamora de un mosquito.
Lo conocí cuando se acercó a mi brazo izquierdo y comenzó a comerse mi sangre, se infló naranja y lo aventé muy lejos. Me dolió el corazón y me puse con una lupa a buscarlo por el piso mojado. Lo encontré y lo sequé con un algodón, lo soplé con cuidado y abrió los ojos. Nadie me había mirado así, nadie me había había echo sentir eso. Me volví loca por él en ese momento. Se levantó con cuidado pero no podía volar, sus alas estaban débiles y aún un poco mojadas. Le acerqué mi dedo para que subiera por el y lo acerqué a mi nariz. Levantó una pata y la tocó. -El único-
Era de noche y yo estaba cansada, lo puse en la mesa de al lado de mi cama sobre mi libreta de secretos y me quedé dormida. Al día siguiente desperté y seguía ahí, había leído toda la libreta y me sentí desnuda ante él, desnuda ante un mosquito. Se veía flaco de nuevo y puse mi brazo para que desayunara.
No se si fue una sonrisa, es dificil distinguir una sonrisa en un ser tan pequeño, pero yo sentí que si, que me sonrió y le sonreí también.
Pasaron los días y el no se iba, sus alas ya podían moverse perfectamente, podía irse en cualquier momento sin que yo pudiera detenerlo, pero se quedó ahí, al lado de mi, a donde yo fuera el iba conmigo al lado de mi oreja susurrando cosas. Fuimos felices, compartiedo el tiempo y la sangre, los secretos y los ruiditos... Pero un día otro mosquito vino a comer de mi y lo aventé... no pude evitarlo. Mi mosquito se fue a ayudar al nuevo y se enamoró de ella.... Me avandonó y lo entendí, pero mi sangre ya no fue la misma, ni mi nariz, ni mis secretos.
Un día me enamoré de un mosquito, no duró, pero no he podido olvidar.
Lo conocí cuando se acercó a mi brazo izquierdo y comenzó a comerse mi sangre, se infló naranja y lo aventé muy lejos. Me dolió el corazón y me puse con una lupa a buscarlo por el piso mojado. Lo encontré y lo sequé con un algodón, lo soplé con cuidado y abrió los ojos. Nadie me había mirado así, nadie me había había echo sentir eso. Me volví loca por él en ese momento. Se levantó con cuidado pero no podía volar, sus alas estaban débiles y aún un poco mojadas. Le acerqué mi dedo para que subiera por el y lo acerqué a mi nariz. Levantó una pata y la tocó. -El único-
Era de noche y yo estaba cansada, lo puse en la mesa de al lado de mi cama sobre mi libreta de secretos y me quedé dormida. Al día siguiente desperté y seguía ahí, había leído toda la libreta y me sentí desnuda ante él, desnuda ante un mosquito. Se veía flaco de nuevo y puse mi brazo para que desayunara.
No se si fue una sonrisa, es dificil distinguir una sonrisa en un ser tan pequeño, pero yo sentí que si, que me sonrió y le sonreí también.
Pasaron los días y el no se iba, sus alas ya podían moverse perfectamente, podía irse en cualquier momento sin que yo pudiera detenerlo, pero se quedó ahí, al lado de mi, a donde yo fuera el iba conmigo al lado de mi oreja susurrando cosas. Fuimos felices, compartiedo el tiempo y la sangre, los secretos y los ruiditos... Pero un día otro mosquito vino a comer de mi y lo aventé... no pude evitarlo. Mi mosquito se fue a ayudar al nuevo y se enamoró de ella.... Me avandonó y lo entendí, pero mi sangre ya no fue la misma, ni mi nariz, ni mis secretos.
Un día me enamoré de un mosquito, no duró, pero no he podido olvidar.
domingo, 4 de septiembre de 2011
Notas cortas
Perdí mis ideas, perdí mi cabeza
-mis hijas-
Perdí lo que no se compra
lo que no se repone
Perdí un puñado de poemas
y la música
y los años.
El caos me rodea en las noches
y no aprendo, no paro.
Perdí el metal y la piel
pero no me importó, no me dolió
como perder el futuro
y el esfuerzo.
Perdí lo irremplazable,
lo irrepetible,
lo innombrable.
Y tengo que empezar otra vez.
-mis hijas-
Perdí lo que no se compra
lo que no se repone
Perdí un puñado de poemas
y la música
y los años.
El caos me rodea en las noches
y no aprendo, no paro.
Perdí el metal y la piel
pero no me importó, no me dolió
como perder el futuro
y el esfuerzo.
Perdí lo irremplazable,
lo irrepetible,
lo innombrable.
Y tengo que empezar otra vez.
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