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viernes, 13 de enero de 2012

Aguacate fresco

Tanto café y cigarrillos junto con la nostalgia del fin de unas vacaciones inútiles la envolvieron, le dieron una oportunidad de escribir todo lo que no había escrito ese tiempo. Sentada en un café comercial que no merece ser nombrado, con música africana de fondo, no tuvo más remedio que pensar en las cosas no echas y en lo que aparecía en el fondo de la pintura de su vida. Su ordenador no funcionaba y las ideas estaban por escaparse, no llevaba su libreta donde anotaba ideas al azar y proyectos nunca realizados así que agarró las servilletas y las hojas de contra portada del libro que leía de-a-poquito cuando esperaba a alguien y comenzó a escribir.
Se le hizo imposible no escribir en tercera persona porque se sentía fuera de su cuerpo, como le gustaba y poco a poco se dejó de sentir pequeña y tomó la forma de una lechuza gigante observando a su alrededor dentro de ella misma. 360º. Al voltear la cabeza por octava vez se detuvo donde sabía que acabaría: en él. Una alarma de peligro salió disparada en esa imagen como un ratón siendo perseguido por un  águila. El peligro de no volverse a encontrar o un poco peor, encontrarse irreconocibles y sin esas ganas de juntar los labios. Su inestabilidad mental la barrió por un momento y se esparció como polvo por el suelo.
Al parecer todo era diferente esta vez. Si pudiera ponerle forma en una imagen a lo que sucedía entre ellos seguramente habría puesto siluetas oscuras abrazándose y si pudiera ponerle un olor, sería una mezcla de cigarros, alcohol y aguacate fresco. Las palabras pararon y se callaron los dedos y el papel, sacó el humo atorado con un suspiro que venía desde la punta de sus pies, le dieron cosquillas. Nadó entre lagunas mentales de olvidos, salió a la superficie por primera vez y recordó cobijas y sillones pegados en su cuerpo desnudo, se hundió de nuevo viendo en azul puros labios, labios puros de besos indecisos y jugueteos de "no-querer", salió y respiró aire fresco, mordidas, barbillas, manos, carne, piedra, mordidas, ojos. ¿Y si el no quería volver a subir la montaña con ella? ¿y si todo lo que había sucedido lo habían visto ambos con lentes puestos? ¿Y si los lentes eran oscuros y con aumento? Las probabilidades eran tantas que decidió dejarlas a un lado y mejor pensar en el sabor de su café que ya se encontraba frío porque era mucho, al fin y al cabo los cálculos no eran lo suyo y el romance y la cursilería habían quedado un poco atrás desde su última relación amorosa o eso pensaba.
Así andaba ella, atrayendo y rechazando como un movimiento mecánico en su cabeza, disfrutando y quejándose como si tuviera que tomar decisiones. "Tranquila" se decía a sí misma, "al fin y al cabo acabaremos encontrándonos y reiremos de nuevo".
Decidió terminar de pensar en él, ¡cómo si fuera tan fácil! La elección de estar juntos cuando se pudo y de convertir dos salivas en una sola y de dejar que las canciones le dieran ritmo a las caricias y los besos, con eso bastaba.

La inspiración que me da y de la que aún no soy consciente. Volví a mi cuerpo.

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