Esta noche, querido, recordé un día de mi infancia, te recordé a ti y llenaste mi cráneo con colores y alaridos inocentes. Te empujaba yo, lo recuerdo, te alejaba y tu no decías nada hiriente, así te recuerdo: siempre fiel a las conchas del mar, al sonido de las olas, a la arena que te aventaba en los ojos. Esta noche, querido, te abrazo desde acá, te agradezco sin importar distancias y sé que sabes, sé que sabes que era un juego.
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