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lunes, 2 de abril de 2012

Tigo

Soñé contigo. Soñé con Tigo. Y Tigo me hacía cosquillas graves en la pared de la espalda. No sabía lo que hacía y lo agarré de la mano y nos reimos juntos, caminamos lejos, no sé bien a donde porque no llegamos a algún lugar. Nuestras patas se fueron deshaciendo y quedó solo nuestro torso y brazos pero con Tigo nada me importaba, mientras quedaran nuestras manos y nuestros ojos para acariciarnos y observar. A Tigo le salieron alas en las orejas y comenzó a aletear, a elevarse y no sentí un carajo más que mi cara de ajo. Volar se convirtió en su pasión y le solté la mano para que fuera al cielo, al norte, a volar hasta las estrellas y me quedé ahí, sin Tigo. Me metí en un lago gigante y comencé a nadar, pensé que era el infierno por el frío y las pirañas, pero conocí a alguien ahí, a alguien importante, un ser simpático de nombre Migo. Y al no poder nadar con Tigo me quedé en el lago con Migo hasta el final del sueño.

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