Algunas veces es más fácil despertarse y enamorarse del día
y sus colores. No sé bien por qué. Otras veces uno despierta con las
dificultades que el universo carga sobre el cuerpo del día anterior. Tampoco sé
por qué. Unos días ocurren cosas maravillosas que uno espera no olvidar nunca,
se lo propone y se le olvidan al poco tiempo. A veces uno despierta y no sabe ni
quién es, ni en dónde está, ni si sus piernas son las suyas y sus rodillas
aguantarán el primer salto. Ocurre de vez en cuando que lo primero que se ve al
abrir los ojos es al amado o amada aunque no esté ahí y puede que eso inyecte
malestar por la falta o alegría por la presencia… Eso ya es de cada quién.
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