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jueves, 24 de mayo de 2012

Días y noches


Días que pasan como viento enojado
Días fértiles de letras y sonidos nuevos
Días de almuerzos forzados
Noches que pasan esperando a un ciego

Esperando té de frutas secas
Noches de insomnio y miedo
De libélulas imaginarias
Y mañanas que peso y que enredo

Trayectos infinitos hacia ningún lado
Y llegar a casa y ver el caos que invento
Y los días pasan como viento con lluvia
Y me arrancan las pocas horas que no alimento

Tiempo de disciplinas nuevas
Tiempo de agonías
Días y noches y noches y días
Como un emparedado sin algo en medio
Como un viejo vagando sin sentido.
Días y noches, noches y vino
Noches sin fotos, sin sexo y sin río.

miércoles, 16 de mayo de 2012


Juré no abrir los ojos como para tenerte todavía y convertir todo en invierno, congelarnos. Pero mi memoria es bruta, suelo recordar lo que no quiero y viceversa. La hora de rendir cuentas apareció dentro de lo negro y lo rojo y me volví loca. Loca, loca. Escuché el lugar que me dijiste que no existía y corrí despavorida al bosque más cercano. Nunca había pasado que los árboles no me calmaran, pero pasó ésta vez. Detesté todo lo vivo y quise arrancarme la ropa para volverme un edificio o puro metal, tal vez. Tal vez así ni tú me desees o me desees más, alguna de las dos tiene que ser. Aquí puedo contigo pero no puedo sola. Se va y vuelve, vuelve y se va, pero no se pierde nunca. Y el perro… el perro iba a mi lado tan contento que me atormentó un turbio y extraño sentimiento de no quererlo más. Es tu culpa que no quiera más a mi perro y que también sienta que no puedo ya sin él.
Corrí y corrí y toda mi sangre corrió conmigo, toda tu sangre corrió conmigo, la sangre del perro corrió conmigo…
Mi presente se quedó sin tu mirada y antes, cuando la soledad era amable, no me daba cuenta.

sábado, 12 de mayo de 2012


No sé cuanto tiempo ha pasado, pues cuando se viven placeres tan intensos el tiempo desaparece como para poder medir. El riesgo de que mi corazón se destroce en algún momento es inevitable, por eso no veo en mí el fin ni las horas de esta noche. Muévete hacia mí. Aumenta la espera, la fuga, la vida. Despliega las alas que te quieren ave en por mi viento mientras yo abro la puerta con amor, donde cabe y entra el mundo entero.

jueves, 10 de mayo de 2012

Para todos


Les doy amor no solo porque son míos y soy suya desde el inicio de los tiempos
también porque me inspiran la fealdad y la belleza
Los amo porque son parte de este lodo en el que piso
y soy lodo que pueden pisar
Los amo porque son vida y muerte
los amo de verdad
Hoy, no solo porque extraño, no solo porque vibro, no solo porque escucho, les deseo
una radiación de sueños mortales
les deseo un infinito de gozo y de sufrimiento
les deseo mar y tierra firme
espero que todos tengan casa y ganas de ser vagabundos
Los necesito a todos, juntos y separados como los planetas y las galaxias
les deseo que se sientan animales que piensan y viven conmigo, en mi y más allá
les deseo que fumen y que se emborrachen
que puedan estar sobrios y limpios
y que sepan que la vida es amplia y corta
y útil, llena de energía y sorpresas
No deseo que les guste lo que digo, deseo que deseen sentir la tierra vibrar bajo su cuerpo, entre su cuerpo, sobre su cuerpo
Deseo que disfruten su corporalidad y los vacíos llenos de aire que significan más que eso
¿Puedo pedirles algo? ¿Puedo? No desaprovechen el tiempo, no desaprovechen a los amigos, que podemos ser todos, no desaprovechen a los enemigos, que podemos ser todos…
Si ven el vacío: estréllense en él, húndanse y háganse uno con él
Y si no lo ven aún, lo verán en el algún momento y ahí estaré yo, como han estado ustedes, a sus maneras, para agarrarme la carne y el alama y estabilizar mis miedos.
Les doy amor, no solo porque necesito, también porque quiero

martes, 8 de mayo de 2012

Desapariciones

La primavera en tus brazos
en los que florecí dando y recibiendo
-jugo dulce y amargo de nuestra carne-
Fui como un río desbocado
-húmedo y caliente-
Entraste, penetraste y te difundiste
-mis piernas me parecieron abismales-
Tengo la imagen aún grabada
como radiación vital en todo el cuerpo

Hoy bebo sola en la luz derramada de la noche
-me envuelve-
La estación aún es primavera
pero justo ahora yo soy invierno
-tiritando el calor ausente de tu cuerpo-
¿Seré contigo uno nuevamente en el tiempo, con el tiempo?

Julián

-Lo haces mucho mejor que Juan, te lo aseguro.
-¿De verdad? ¿Tu crees?
-No tengo la menor duda. Yo suelo formar una capa de duda y hostilidad siempre con los hombres que hacen eso pero contigo esa capa desapareció. Eres un artista.
-No tienes que halagarme, se que no sientes eso y no hay problema.
-Tampoco intentaré convencerte. Haz lo que quieras, pero... te digo, podrías hacerlo profesionalmente.
-¿Cómo dices que te llamas?
-Romina.
-Romina, tienes los ojos más bonitos y tenebrosos que he visto en mi vida, se ven llenos de lodo y mentiras. No sé si creerte.
-No tendrías por qué, te acabo de conocer...
-Y ha sido un placer.
-Adiós, Julián.

Romina se alejó y no se volvieron a ver. Ella regresó con Juan a su casa y tuvieron sexo olor a galleta tres veces esa noche. Julián no dejaba de pensar en ella y su corto encuentro. Esos ojos de espada que lo partieron en dos y en tres y en cuatro, lo multiplicaron y lo hicieron sentir más poderoso que nunca. A pesar de su falsa modestia e incredulidad supo esa noche su camino: lo iba a hacer profesionalmente e iba a triunfar. Lo vió todo. Si esos ojos habían dicho que era mejor que Juan era cierto.

Romina amaneció en una cama vacía sintiendose terrible del estómago. Fue a vomitar al baño y después tomó un alka-seltzer. Recordó la noche anterior y su encuentro con Julián, el tan hablado hombre al que todos rechazaban, al que no le veían una pizca de futuro ni de talento, al que nadie admiraba ni tomaban en cuenta. "Pobre hombre", pensó, "¿para qué le dije que sus galletas estaban ricas?".


Fabián

El mesero de nombre Fabián me dijo "señorita" con mucha dulzura.
-¿Todo bien, señorita?
-Todo bien, gracias.
Cuando el me dijo su nombre yo no dije el mío y el no preguntó, mejor así, me dije. Iba casi en pijama y mis ojos se veían pesados y turbios. Aún así le sonreí. Se alejó y seguí leyendo. Cuando leo hago muecas como si fuera todos los personajes en uno, no lo puedo evitar. Miré a mi al rededor para ver si alguien había visto la vergonzosa mueca que acababa de hacer, era como de asco y sorpresa. Nadie, mas que Fabián con una carjacada apretada en su boca. Bajé la mirada y me dió un golpe de calor por la pena. Se acercó de nuevo a preguntarme si estaba yo bien y no aguanté la risa. Reímos los dos, mucho, una risa que no tenía que ser explicada, una risa dulce, como todo él, una risa que limpió la lluvia que acababa de caer. Nunca más volví a ese café, el café era muy malo, pero recuerdo a Fabián como un perro recuerda al bombero que lo rescató.